Historia del wok: la milenaria sartén asiática
La palabra wok proviene del idioma mandarín (kuo) y significa, literalmente “recipiente para cocer”. Este famoso utensilio de la cocina asiática comenzó empleándose en China y su uso pronto se extendió por toda Asia. A día de hoy, es fácil encontrar woks en cocinas de todo el mundo.
Aunque su origen no está del todo claro, los historiadores chinos aseguran que el wok surgió hace más de 2000 años. Se desconoce también quién fue la persona a la que se le ocurrió crear un utensilio de cocina que permitiera cocinar platos muy distintos con muy poco aceite, conservando todo su sabor.
Parte del éxito del wok se debe a su sencillez. No se requiere ningún conocimiento específico para cocinar con al wok. Basta mantenerlo con una buena llama, un poco de aceite (opcional) e ir incorporando los ingredientes en función de su tiempo de cocción necesario. Sí es aconsejable tener todos los ingredientes preparados y a mano, porque con el wok se cocina más rápido que con una sartén normal.
La invención del wok surgió de la necesidad de cocinar alimentos con poco combustible. A eso se debe su forma: una sartén grande y profunda, que distribuye el calor desde su base cóncava, reduciendo así el tiempo de cocción. El wok permite todos los tipos de cocción: freír, cocer al vapor, saltear, hervir… aunque, sin duda, una de las características más valoradas de la cocina “al wok” es la posibilidad de evitar añadir grasas (aceites), gracias a la rapidez de cocción de los alimentos. Por ello, el wok representa un método de cocina muy saludable. Además, los vegetales hechos al wok resultan crujientes y muy apetecibles, conservan más vitaminas y minerales que utilizando otros métodos de cocción más largos, y por supuesto, también se nota en su sabor.
El wok es excelente para saltear alimentos, desde gambas o pollo, hasta cualquier vegetal (champiñones, zanahoria, calabacín, cebolla, berenjenas…). La clave para cocinar alimentos al wok es remover sin cesar (con una espátula, o con los movimientos secos típicos de wok, como siempre vemos a los chefs de los restaurantes asiáticos). Todo esto permite que el tiempo de cocción sea menor y los poros de los ingredientes se cierren enseguida. De esta forma, conservan intactos sus jugos y propiedades nutritivas.
Con el wok se pueden freír perfectamente los alimentos como si se tratara de una freidora. Para ello, se añade un buen chorro de aceite a fuego fuerte, y cuando esté bien caliente, se añaden los alimentos. Cuando se incorporan los primeros ingredientes, se reduce un poco la intensidad del fuego con el fin de evitar que se cocinen demasiado o se quemen. Se dejan freír hasta que adquieran el típico color dorado, y antes de servirlos, se retiran con una espumadera y se colocan sobre papel absorbente o sobre una rejilla para que escurran.
Ahora que ya conoces un poco más el origen del wok y sus principales ventajas, solo te falta probar algunos de los platos más típicos que se elaboran en esta milenaria sartén asiática, como los tallarines al wok o los yakisoba con pollo, -entre otros-.